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Foto del escritorZoé et Gaia

Historia de la Nonna Mimma




***




Un buen día, en la Casa di Calamina, el buzón empezó a silbar.

Queridos niños, debéis saber que, como nadie sabe dónde está el país de Cerca-Lejos, el cartero no puede llegar allí.


Pero Gaia y Zoé tienen un buzón mágico que, cuando llega una carta mágica, por arte de birlibirloque, empieza a silbar como una tetera.

Gaia corrió a buscar el correo y con gran alegría exclamó: "¡Zoé, Zoé, la Nonna Mimma nos ha escrito!".

“Nonna” quiere decir abuela en italiano. Y Nonna Mimma es una abuela muy especial. ¡Siempre era un verdadero placer recibir noticias de la Nonna Mimma! Y como de costumbre, todos los habitantes de la casa dejaron inmediatamente de hacer lo que estaban haciendo para reunirse alrededor de Zoé y leer la carta de la abuelita, ya que sus cartas siempre traían buenas noticias y alegría...

Antes de empezar a leer, Zoé dijo: "¡Siempre que la Nonna Mimma nos escribe, me entra un hambre… de ogro!"


Queridos niños, esta es la historia de la Nonna Mimma!


***


HISTORIA DE LA NONNA MIMMA


Érase una vez la Nonna Mimma.

La Nonna Mimma tenía 10 nietos que la visitaban todos los fines de semana. Vivía cerca de un volcán, en una hermosa casa de campo, con mucho espacio, había un patio con un columpio, animales, un huerto: los niños se lo pasaban muy bien jugando todos juntos.


El único problema era que los diez nietos eran un poco mimados y cada vez que llegaba la hora de comer, Nonna Mimma tenía que cocinar diez platos diferentes:



Pasqualino quería pasta a la carbonara

Silvietta quería pasta con pesto

Saretta quería una escalopa a la milanesa

Lauretta quería risotto con azafrán

Vincenzino quería lasaña a la boloñesa

Luisella quería ñoquis con tomate

Nicolino quería pollo en el horno

Annarella quería tagliatelle con salsa de carne

Davidino quería albóndigas fritas

Maruzzella quería croquetas de patata.


Cada vez que se acercaba la hora preparar la comida, la cocina se convertía en un campo de batalla, Nonna Mimma se cansaba mucho, pero hacía malabares para complacer a sus diez nietos.



Sin embargo, llegó el día en que la Nonna Mimma perdió la paciencia y las ganas de cocinar tanto.Pensó en cómo cambiar los malos hábitos de sus diez nietos.

Con un poco de imaginación y una pizca de malicia, añadió chile a cada plato, excepto al suyo. Al primer bocado, los niños comenzaron a toser, a escupir y a beber litros de agua.


"¡Abuelita, abuelita, ¡cómo pica!"


"¡Abuelita, socorro mi lengua está ardiendo!"

"¡Abuela, abuela voy a llorar!"

La Nonna Mimma fingió que esto no iba con ella y les dijo: "Niños, no sé, ¡tal vez estáis creciendo mucho y vuestro paladar debe estar cambiando!" Y como si no pasara nada siguió comiendo, mientras los niños se volvían locos y pegaban saltos como grillos.

El primer día, nadie comió.

El segundo día, tampoco.

Al tercer día, los niños estaban muertos de hambre. Fueron a ver la abuela que estaba a punto de comenzar a cocinar y le preguntaron:

"Abuela, ¿qué comes hoy?" y la Nonna Mimma, como si nada, respondió:


"¡Me preparo un buen plato de espagueti con una deliciosa salsa de tomate del huerto!"

"¡Nosotros también queremos, sí, sí por favor, para nosotros también!" gritaron los niños al unísono.

Y así fue como la Nonna Mimma vertió dos kilos de pasta en agua hirviendo, preparó una salsa de tomate para lamerse los dedos y los niños se comieron hasta el último espagueti. Hasta limpiaron los platos con pan.


La semana siguiente, la Nonna Mimma añadió una tonelada de ajo a la comida de los niños, como para matar a todos los vampiros del mundo.

Los niños muy tristes ayunaron durante dos días. Al tercero, fueron a Nonna Mimma y, hambrientos, le preguntaron:

"Abuela, ¿qué vas a comer hoy?"

"Hoy me preparo un pisto con los huevos de mis gallinas".

"¡Nosotros también queremos, sí, sí por favor, para nosotros también!"

Entonces Nonna Mimma preparó un suculento pisto y una tortilla de treinta huevos en una sartén tan grande como la plaza del mercado y ¡de nuevo los niños se lamieron los dedos!

La tercera semana, los niños no esperaron a ayunar durante dos días, no eran nada tontos: lo habián entendido y tan pronto como llegaron a la casa de la Nonna Mimma corrieron hacia ella, ya que se estaba preparando la comida, y le preguntaron:

"Abuela, abuela, ¿qué te estás cocinando hoy?"

La Nonna Mimma, sonriendo bajo su bigote, les respondió:

"Quería cocinarme una buena sopa de pasta con judías pintas, aquellas mismas que descascaré esta mañana con esas manos".


Y los niños en coro le dijeron: "¡Nosotros también queremos, sí, sí por favor, para nosotros también!"

La sopa de pasta estuvo buenísima y los niños se la comieron muy a gusto. Por fin, Nonna Mimma pudo descansar.

La abuela había resuelto el problema de las comidas de sus nietos y, ​​a partir de ese día, al tener mucho más tiempo libre, preparaba un tiramisú que les encantaba. Y como Nonna Mimma añadía tres vasitos de ron a la crema de mascarpone, los niños, después de la comida, dormían una buena siesta.

Y así fue como Nonna Mimma empezó a rejuvenecer.




*** Dedicado a la Abuela María y a sus albóndigas de carne.


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